Vivir sin armadura
La neurosis no es más que el conjunto de defensas ("síntomas") mediante las que la persona se protege (huye) de algún dolor emocional más o menos extremo e inconsciente (desamor, ira, miedo, culpa, tristeza...). Por tanto, la neurosis no es una "enfermedad" distinta de la persona, sino la forma de ser de la persona misma. Y, en consecuencia, sólo en la medida en que ella quiera o se atreva a resolver su problemática oculta se aliviarán o incluso desaparecerán sus defensas/síntomas.
Uno
de mis ejemplos favoritos sobre la neurosis son las "Botas Estrechas".
Todos sabemos que caminar con ellas nos protege del dolor de andar
descalzos, pero también -a su tiempo- nos oprimen, nos producen callos,
dolor, ampollas... Es el precio que elegimos pagar por nuestro miedo a
caminar con los pies desnudos... o al menos con zapatillas. Mientras
podemos soportar dichas molestias, todo va bien. Pero cuando ya no
aguantamos más -es decir, cuando nuestra neurosis es máxima-, surge
entonces la cuestión: ¿nos quitamos o no nos
quitamos las botas? El problema es que las botas están
demasiado pegadas a nuestra piel, de modo que cualquier forcejeo nos
dolerá bastante. ¿Qué hacer? ¿Nos atreveremos a ello? ¿Podremos
hacerlo solos o necesitaremos la ayuda de alguien que nos ayude a tirar
del modo menos doloroso posible? ¿Preferiremos, quizá, renunciar a todo y
seguir torturando nuestros pies?
Todo el asunto de la "curación" de la neurosis reside, así, no ya sólo en quitarnos las "botas estrechas" de nuestras defensas/síntomas, sino en no ponérnoslas nunca más, es decir, en aprender a caminar descalzos por la vida. Para iniciarnos en ello, necesitamos al principio, naturalmente, soportar algunas molestias -como cuando andamos sin zapatos por el campo-. Dar a nuestros pies la oportunidad de curtirse, de desarrollar su propia fuerza, unas plantas sensibles pero, a la vez, resistentes a las piedras, el calor y el frío... Cuando llegas a ese punto, todo lo que anteriormente te dolía deja de dolerte. Tu tolerancia al dolor ha aumentado. Por tanto, los miedos y apegos con los que antes te protegías de ese dolor, se debilitan. Tus tristezas, ansiedades y otros síntomas derivados ya no surgen. Tus decisiones comienzan a ser, por ello, mucho más lúcidas y gratificantes, de modo que toda tu vida mejora. E incluso le tomas el gusto a eso de ir y venir descalzo entre tus problemas... ¿Quién querría volver a ponerse esas horribles botas? Llamamos a todo esto maduración. Crecimiento personal.
No es que te conviertas en "otra" persona o dejes atrás "para siempre" tu
pasado. Tus viejos traumas, problemas y rasgos fundamentales siguen
ahí, pero ya no te afectan como antes. Y, por eso mismo, ya
no pueden frenar el desarrollo de otros muchos aspectos de ti mismo:
autoestima, espontaneidad, toma de decisiones,
relaciones afectivas, creatividad... Digamos que, sin
dejar de ser el que eras, te has "expandido". Te has fortalecido.
Has dejado de ser niño para convertirte en adulto. Tus antiguos -y
actuales- asuntos ya nunca más podrán causarte excesivos
miedos, culpas, bloqueos, represiones, etc. Por eso decimos
que estás "curado".
De modo que volviendo a la cuestión inicial: ¿se puede superar la neurosis? Naturalmente. Pero sólo si estás dispuesto a quitarte las botas y vivir "descalzo" -o mejor aún "desnudo"- el resto de tu vida. Porque si vuelves a ponerte la armadura, te dañará cada vez más sin aliviar por ello el dolor del que intentas protegerte (soledad, tristeza, ira, conflictos...). Las armaduras no protegen del fuego ni del hielo. Pero si te liberas de tus blindajes, no sólo te sentirás más aliviado y ligero sino que, por eso mismo, sabrás por primera vez en tu vida lo que es la libertad.
Superar tu neurosis significa, en resumen, quitarte tu pesado disfraz
de guerrero para convertirte en surfista.
Temas relacionados:
El síntoma neurótico
La psicoterapia: ¿funciona?